El propósito de combatir el calentamiento global de nuestro planeta evitando la emisión a la atmósfera de dióxido de carbono – CO2 – y otros gases de efecto invernadero, ha generado una gran demanda mundial de energías renovables; es decir, de aquellas cuya fuente reside en procesos o en materiales que, gracias a su regeneración natural, se encuentran disponibles de forma continua.
La radiación solar es la radiación electromagnética del sol; un tipo de energía limpia e innagotable que puede convertirse en electricidad o que puede utilizarse para calentar agua, lo que representa dos de las necesidades más básicas de todos los hogares, ello ha dado un gran impulso a la instalación de plantas solares fotovoltaicas en todo el mundo y ha hecho a la energía solar una de las fuentes de energía limpia utilizadas a nivel global de más rápido crecimiento.
En 2007, la potencia total fotovoltaica instalada, o sea, conectada a la red, a nivel global ascendía a 7.6 GW; para 2013, se habían instalado en el mundo cerca de 140 GW de potencia fotovoltaica y un año después, en 2014, la energía solar suministraba cerca de 160 GWh, el 9% de la demanda eléctrica mundial y cantidad suficiente para abastecer las necesidades energéticas de más de 30 millones de hogares.
Y es que las necesidades energéticas de los hogares en muchos países podrían satisfacerse empleando únicamente energía solar; generar más electricidad de esta manera, permitiría mejorar sustancialmente la calidad de vida de una gran parte de la población que se encuentra en pobreza extrema y fortalecer la economías locales, pero exceptuando a China, que ya ha realizado fuertes inversiones en energía solar, el resto de las naciones tienen en este campo amplias posibilidades de desarrollar su capacidad de producción.
