Registro en línea 2019

Como reducir el consumo energético en las viviendas mexicanas

Una de las medidas utilizadas en la construcción para contrarrestar el daño ambiental que provocan los edificios es la aplicación de procesos de certificación. Existen diversos sistemas para medir el impacto ecológico de una edificación. La más común es la Certificación LEED (leadership in energy and environmental design) liderazgo en energía y diseño ambiental del consejo de Edificación Sustentable de los Estados Unidos – USGBC, por sus siglas en inglés. Este tipo de certificaciones abarcan varios aspectos que las construcciones deben de considerar para aumentar su eficiencia, como son la selección de sitio, la eficiencia de recursos hidráulicos y energéticos, la calidad ambiental de los interiores de la construcción o la selección y procura de materiales, entre otros.

Los edificios certificados bajo la norma LEED demuestran, con el tiempo, una reducción en sus costos operativos, expresan un incremento en el valor de la propiedad y hacen un uso eficiente del agua y de la energía. Los espacios interiores son más saludables y seguros para sus ocupantes y reducen la emisión de componentes volátiles orgánicos o VOC (Volatile organic compounds) daniños. Un edificio con certificación LEED, dependiendo del nivel alcanzado ahorra entre un 20% y un 65% en consumo energético, el cual permite más rápidas amortizaciones y rentabilidad sobre inversión.

Pero ¿Qué sucede con los edificios que no fueron construidos con un enfoque sustentable? En esta situación es recomendable acudir a una empresa que realice auditorías para evaluar y sugerir medidas que ayuden a reducir considerablemente el gasto de energía eléctrica, agua y gas. Parte del proceso consiste en reunir datos sobre los hábitos de consumo y proponer modificaciones antes de realizar alguna obra.

Generalmente, los consultores entregan una propuesta de acciones para bajar los costos de inmediato y ofrecen la instalación de una gama de productos destinados a reducir los consumos de forma permanente. Se da seguimiento al proceso de auditoria mediante un control de consumos futuros en el que se detallan el ahorro económico en cada rubro y la disminución de emisiones de CO2 a la atmósfera como consecuencia de sus acciones.

Algunas de las medidas que sugieren para disminuir el consumo de energía en edificaciones son la instalación de azoteas verdes con recuperación y tratamiento de aguas pluviales, sistemas de iluminación natural, luminarias de bajo consumo o calentadores de agua eficientes, entre otros. Una de las principales ventajas que aportan las azoteas verdes en cuanto al ahorro de energía es la reducción del uso de aire acondicionado. Los sistemas de azoteas y muros verdes aminoran el impacto de la radiación solar sobre la losa y los muros. La fluctuación de la temperatura sobre la superficie situada directamente debajo de una azotea o junto a un muro verde puede reducirse hasta en un 90%.

La temperatura ambiente de un espacio situado directamente debajo de una azotea verde puede disminuir en verano entre 2° y 5° centígrados, lo que hace que disminuyan las necesidades de enfriamiento con aire acondicionado y se obtengan grandes ahorros en el consumo de energía eléctrica. Un muro verde actúa de la misma forma: baja la temperatura del interior en aproximadamente la misma proporción —dependiendo de la orientación— y reduce las necesidades de aire acondicionado.

En cuanto al consumo individual de energía eléctrica, se pueden llevar a cabo pequeñas acciones que ayuden a disminuir significativamente el uso de energía y, por ende, el gasto que genera. Por ejemplo, es posible cambiar los focos de filamento y de halógeno por focos fluorescentes compactos —FCL— o diodos emisores de luz —LED—. De esta manera se deja de consumir entre 75% y 90% de energía eléctrica para iluminación, lo que se traduce en grandes ahorros; además, duran hasta diez veces más que los focos tradicionales.

El sistema eléctrico conserva su equilibrio entre oferta y demanda manteniendo una frecuencia continua de 60hz. Para mantener esta frecuencia, conforme la demanda crece se incorporan más unidades generadoras a la red de distribución y sucede lo contrario cuando disminuye la demanda. En otras palabras, el consumo de energía es directamente proporcional a la demanda: si se consume menos, se deja de producir. Este tipo de acciones pueden ayudar a reducir el consumo de energía en una casa u oficina hasta en un 50%. Es cuestión de buscar y llevar a cabo acciones decisivas en lo referente al ahorro de los recursos y al cuidado del medio ambiente.